Siempre debes saber que la fuerza, el amor, la paciencia, la amabilidad, el cuidado, la gentileza, todas las emociones e imperfecciones de ser una madre, vienen de la perfección de Dios mismo, hechas a mano e inculcadas en tu propio ser que de otra forma no existe entre los humanos. Solo pueden ser poseidos en el calibre en el que los posee. En tu alimentación, el amor de Dios trasciende los límites de la vida. Desde hace muchos siglos la vida comienza en el útero. Por amor nace. La innumerable enumeración de los actos incondicionales y desinteresados de la maternidad es, sin duda, el latido de Dios. Madre, eres la perpetuidad de su primera creación: el Amor.
Proverbios 31:28,29
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.
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